ELENA QUIROGA DE ABARCA

Fue una escritora y novelista innovadora cántabra que nació en Santander el 26 de octubre de 1921, falleciendo en la Coruña el 3 de octubre de 1995. Autora de una extensa y brillante obra que se integra entre la producción literaria de los grandes narradores que contribuyeron al resurgir de la novela española en las décadas de los años cincuenta y sesenta (como Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Rafael Sánchez Ferlosio y, entre otros, Juan García Hortelano), está considerada como una de las voces femeninas más relevantes de esa generación de mediados de siglo xx que presenta como rasgos comunes la preocupación por el hombre sujeto a las injusticias de la vida y la explotación temática de la experiencia vivida, con especial atención a los años de infancia y primera adolescencia.

Fue la segunda mujer en entrar en la REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, después de CARMEN CONDE.

Nacida en el seno de una familia acomodada, hija de D. José Quiroga Velarde, conde de San Martiño de Quiroga y de Isabel de Abarca y Fornés. Su infancia transcurrió en la pequeña localidad de Viloira (O Barco de Valdeorras, Ourense) localidad natal de su padre, donde los condes de San Martiño, disponía de un pazo, La Casa Grande de Viloira. Casa señorial que en la actualidad pertenece a la Junta de Galicia. Durante su infancia, alternaba temporadas de estancia entre Galicia y la capital cántabra, en compañí de su familia materna, residiendo con posterioridad, por cuestiones de estudios, en ciudades como Bilbao, Barcelona o Roma, donde acabó la secundaria.

Aunque no realizó estudios universitarios, Quiroga acudía de forma libre a clases que le interesaban y durante varios años trabajó diariamente en sus novelas y escritos, unas cuatro o cinco horas.

En el año 1942, a la edad de veintiún años, se estableció con su padre en La Coruña, hasta que en 1950 contrajo matrimonio con el historiador y futuro secretario perpetuo de la Academia de la Historia,  Dalmiro de la Válgoma y se trasladó con él a vivir a Madrid, donde Elena frecuentó foros y cenáculos literarios, conociendo a algunos de los principales sellos editoriales nacionales y entrando en el grupo de narradores que renovaron la novela española contemporánea a mediados del siglo XX.

La honda influencia que ejerció en Elena Quiroga su vivencia del mundo rural gallego marcó de forma indeleble la temática de su quehacer novelístico. Galicia y su idiosincrasia están presentes siempre en las narraciones de esta mujer, de una manera tal que consigue plasmar aquella realidad tan familiar para ella con una agudeza y una maestría inusuales en su generación.

Así, en 1949 se dio a conocer con La soledad sonora  en la que relata las aventuras de la vida de una mujer desde su adolescencia hasta su madurez, y en 1951 publicó Viento del norte, historia que narra las relaciones entre una joven sirvienta y su anciano señor y que fue galardonada con el Premio Nadal un año antes y llevado al cine en 1954 por Antonio Momplet. En ambas novelas recreaba de forma muy realista la presencia del naturalismo y el escenario gallego, la complejidad de amores y el feudalismo como estructura social, lo cual hizo que la relacionaran con Emilia Pardo Bazán..

 Posteriormente su valía como escritora fue reconocida de forma unánime por la crítica literaria nacional e internacional, por representar en la década de 1950 una insólita apertura a las técnicas innovadoras europeas y norteamericanas que no se generalizaría en la novelística española hasta una década después. Y es que su estilo narrativo dio un giro cualitativo que la adentró de lleno en una forma de contar osada, diversa y abiertamente experimental.

Así, en La sangre (1952) obra que según sus editores “la consagró definitivamente como una novelista extraordinaria por su estilo delicado y expresivo y el interés de los problemas que trataba”. La obra cuenta la historia de cuatro generaciones a través de un observador inmóvil (un árbol), que narra cuanto ve y oye.

En 1954 publica Algo pasa en la calle en la Quiroga experimenta una nueva forma de novelar. En esta obra el lector debe esforzarse para identificar la voz de cada personaje, entender la novela y situar todos los acontecimientos en la línea temporal.

En 1954 vivió una temporada en Rianxo, en la casa de la familia Dieste. Allí conoció a Olegaria Dieste, hermana de los escritores Eduardo y Rafael Dieste, que estaba recluida en su casa desde 1912. Olegaria Dieste cayó enferma al casarse Alfonso Daniel Rodríguez Castelao (de quien estaba enamorada) con Virxinia Pereira. En base a ella escribió su novela La enferma (1955). En ella, dos mujeres viven un convergente proceso de catarsis: una trata de hallar sentido a su vida desde el distanciamiento de su entorno más íntimo; otra se niega voluntaria y definitivamente a buscar ese sentido.

Todavía sujeta a una frenética actividad literaria, durante el resto de la década de los cincuenta incrementó su producción narrativa con otros títulos tan significativos como La careta (1955),  Plácida la joven y otras narraciones (1956) y La última corrida (1958) -donde recrea las vivencias de tres matadores de toros-.

Este acelerado ritmo de escritura decayó en la década siguiente. Tristura (1960) fue galardonada con el Premio de la Crítica Catalana; su siguiente entrega narrativa se hizo esperar un lustro (Escribo tu nombre, de 1965) y, a partir de entonces, la autora cántabra fue espaciando cada vez más las publicaciones: Trayecto unoEl pájaro de oroLa otra ciudadPresente profundo (1973) -tal vez su mejor novela de madurez, centrada en la figura de un médico, Rubén, que rememora la historia de dos mujeres suicidas- Grandes soledades (1983), su última novela.

En reconocimiento de esta extraordinaria producción novelesca, en enero de 1983 Elena Quiroga fue elegida miembro de número de la Real Academia Española, donde ocupó el sillón «a», vacante tras la reciente desaparición del también novelista Juan Antonio de Zunzunegui. Fue la segunda mujer en incorporarse a la Academia, después del ingreso en 1978 de la poetisa murciana Carmen Conde.

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