CONSUELO BERGES RÁBAGO

Consuelo Berges Rábago fue una escritora, periodista, traductora y biógrafa cántabra. Nació en Ucieda- Ruente (Cantabria) en 1899, falleciendo en Madrid el 23 de diciembre de 1988.

Hija de madre soltera, la familia paterna era de talante liberal y republicanos y así fue educada. Vivió con ellos, ya que su abuela paterna conocedora de su inteligencia le llevó a la casa familiar paterna. Aunque apenas fue a la escuela, fue autodidacta, ya que se educó leyendo todo lo que había en la extensa biblioteca familiar, tanto en español como en francés que aprendió leyendo ella sola autores en ese idioma. Hermanastra del pintor Antonio Quirós, estuvo muy relacionada en un ambiente cultural donde destacaban los periodistas Antonio y Domingo Gutiérrez Cueto, (su prima) Matilde de la Torre, Ramón de la Serna y su esposa Cocha Espina, y los hijos de ambos, Ramón, Víctor y Josefina de la Serna.

A los 15 años se mudó con su madre a Santander y se graduó en la Escuela Normal de Maestras. Obtenida la graduación, se instaló en Cabezón de la Sal donde impartió clases en la academia de Matilde de la Torre. En 1924 se inició como articulista en el diario santanderino “LA Región”, dirigido por Víctor de la Serna, entablando amistad con  otras jóvenes progresistas como Clara Campoamor, María Zambrano, Concha Méndez o Rosa Chacel, entre otras.

Primo de Rivera

En 1926 se exilia a Perú huyendo de la represión de Primo de Rivera y se instala con una familiares en Arequipa, lugar en el que trabaja como profesora y periodista. Dos años después se traslada a Buenos Aires donde, con la intención de insertarse en el ambiente literario, llega a colaborar con El Diario Español y La Nación y traba amistad con Alfonsina Storni, Norah Borges y Ana María Benito, entre otras. En la capital argentina dirigió la revista «Cantabria» del Centro Montañés de Buenos Aires, donde por cierto se publicó la única poesía firmada por ella titulada «Romancillo al capitán Galán», concebido poco antes de regresar a España e inspirada en el fusilamiento de uno de los protagonistas de la sublevación militar republicana abortada en Jaca en diciembre de 1930. En este mismo año también publicará en 1930 su primer libro, Escalas, del que renegará más adelante.

En 1931, tras la proclamación de la República, vuelve a Europa con Concha Méndez y recala en París, donde las acogen su prima Julia Gutiérrez, que ha venido de Arequipa con sus cuatro hijos, y su prima segunda, la pintora María Blanchard, que ha sufrido una conversión al catolicismo, como su amigo Paul Claudel, e invita insistentemente a la anarquista y anticlerical Consuelo Berges a visitar iglesias y asistir a misas, por lo que ésta acaba por rehuir su trato.

En los periódicos y revistas en que colabora, defiende sus ideas libertarias y el voto femenino que propugna en el Congreso de Diputados su amiga Clara Campoamor, contra el parecer de Victoria Kent y quienes con ella pensaban que la mujer —bajo el influjo poderoso de la Iglesia— no estaba todavía en condiciones de ejercer una verdadera autonomía pública, y su voto sería mayoritariamente conservador.

A finales de 1931 llega a Madrid, convocada por Clara Campoamor, que le propone varios cargos y destinos en la nueva República, que Consuelo Berges rechaza.

Consuelo sigue escribiendo sus artículos para poder vivir y también para defender sus ideas mientras trabajará como bibliotecaria en el Archivo de la Junta Provincial de Beneficencia. Militante de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y sindicada en CNT, en la que colabora en sus publicaciones. En 1931 realizó una biografía de Concepción Arenal colaborando en la “Revista de Santander”

Bajo el nombre de iniciación de Yasnaia, es miembro de la Logia masónica de Adopción Amor de Madrid, constituida el 2 de diciembre de 1931 bajo los auspicios de la logia Mantua que dependía de la Gran Logia Española;​ sus actividades masónicas estuvieron enfocadas a la consecución de la igualdad de derechos masónicos para hombres y mujeres, en su artículo titulado La mujer y la masonería, afirma:

«No se me alcanza en virtud de que convencimiento cabe afirmar que un hombre al recibir la luz masónica es dueño ni de mayor preparación ni de aptitud más excelente que la de la mujer».

En 1935 publica su opúsculo Explicación de Octubre, sobre la Revolución de 1934. Historia comprimida de cuatro años de República en España y que es difundido ampliamente en los círculos masónicos y revolucionarios.

En julio de 1936, con la sublevación militar, la Junta Provincial de Beneficencia la envía a hacerse cargo del orfanato de la Guindalera, que habían tenido que abandonar las monjas, y se encarga de su administración junto a varias colaboradoras voluntarias, hasta poder evacuar a los niños para salvarlos de los bombardeos, atravesando media España en guerra, para llegar a Granollers. Una vez allí, deja a los niños al cuidado de sus colaboradoras y se marcha a Barcelona.

Allí, trabaja en la revista Mujeres Libres junto a Baltasar Lobo —que hace el diseño gráfico y los dibujos—, Rosa Chacel, Soledad Estorach Esterri, Carmen Conde, Pepita Carpena, Sara Berenguer, Suceso Portales, María Jiménez, Concha Liaño, Lola Iturbe, Antonia Fontanillas, Mercedes Comaposada Guillén (conocida como Mercedes Guillén y como Mercedes Lobo), y secunda activamente las misiones de alfabetización (el 50% de las mujeres españolas eran analfabetas), de propaganda sobre métodos anticonceptivos, contra la prostitución forzada, ofreciendo alternativas laborales dignas, y reivindicando los derechos laborales, sociales y familiares de las mujeres, que sus allegados revolucionarios pretendían dejar en segundo plano o ignorar.

En 1939 se exiliará a Francia, a través de Portbou, donde será retenida más de 24 horas bajo el cielo raso, sin ropa de abrigo ni alimentos, hasta que es conducida a Cerbére, la vacunan y la meten en un tren con destino desconocido. En Perpiñan, logra huir, pero vuelve a ser detenida y llevada a otro tren, que llega dos días después a la capital del Departamento de la Haute-Loire, donde fue encerrada junto a más de 600 hombres, mujeres y niños/as, que también habían huido de España, para acabar confinadas/os en el campo de concentración de Puy-en-Velay. Consigue escaparse nuevamente y sin papeles ni dinero llega a París donde vive en clandestinidad durante cuatro años, sobreviviendo dando clases de español y escribiendo artículos para los periódicos y revistas de Argentina, hasta que en 1943 es detenida por los alemanes, que al saberla indocumentada, consideran que es judía y durante los meses que permanece custodiada duda entre declararse judía o española para evitar se repatriada a España. Al final los alemanes acaban entregándola a las autoridades en la frontera española, que la envían a un campo de concentración con otras personas repatriadas.

Gracias a la ayuda de su amiga Matilde Marquina y de su pariente Luis de la Serna, que se ofrecieron como garantes, evitó la cárcel. No obstante, la dictadura franquista no le dejó ejercer como maestra, ni escribir en la prensa, ni firmar con su nombre los artículos en el extranjero sin temer graves represalias, y como último recurso, para sobrevivir, se dedicó a traducir a los más grandes autores de la literatura francesa: Descartes, Rousseau, Saint-Simon, Flaubert, Balzac, Proust (continuó los volúmenes de À la recherche du temps perdu que Pedro Salinas había iniciado antes de la guerra) y sobre todo a Stendhal, al que además biografió en 1963.

Durante muchos años vivió en el «exilio interior» por sus preferencias republicanas, y cifró su lucha en dignificar las condiciones de trabajo de los traductores, y reivindicar los derechos de autor para las traducciones. Fue la primera traductora española que logró que le fueran reconocidos los derechos de traducción y en 1954 impulsó, junto a Marcela de Juan, la APETI (Asociación Profesional Española de Traductores e Intérpretes).

En 1956 obtuvo el premio Fray Luis de León por la traducción de Historia de la España cristiana, de Jean Descola.​

En 1982 fundó el Premio Stendhal de traducción, que, convertido en anual desde 1990, premia traducciones del francés al castellano

En 1983 crea una Fundación con su nombre, pero comienzan sus problemas económicos y solicita una beca de creación literaria al Ministerio de Cultura, como último recurso para facilitar su subsistencia económica.

Consuelo falleció en Madrid el 24 de diciembre de 1988, legando todos los derechos de autor de sus obras a la Fundación que lleva su nombre para dotar un premio anual a la traducción.

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