23 enero 2019 CONCHA ESPINA

Generación del 98

CONCEPCIÓN ESPINA Y TABLE, más conocida como CONCHA ESPINA, fue una escritora española coetánea de la llamada generación del 98. Escritora ilustrada y una de las mentes más preclaras de la literatura española de la primera mitad del siglo XX.

Nació el 15 de Abril de 1869 en Santander y muere en Madrid el 19 de mayo de 1955.

Fue poeta, dramaturga, periodista y novelista compulsiva. Fue también —y ya se borró del recuerdo colectivo— la escritora española que estuvo más cerca del Nobel. En 1926 perdió frente a la italiana Grazia Deledda. Espina llegó a estar propuesta en nueve ocasiones y, en tres de ellas (1926, 1929 y 1931), fue candidata.

Era hija de Víctor Rodríguez Espina y Olivares y de Ascensión García Tagle y de la Vega, la séptima de diez hermanos. Tenían la casa familiar en la calle de Méndez Núñez de Santander, en el barrio de Sotileza. Cabe destacar el parentesco que la une a la famosa pintora cántabra María Gutiérrez Cueto, más conocida como MARIA BLANCHARD, su prima. A los trece años de edad, su familia se trasladó a Mazcuerras, al domicilio de la abuela paterna. Allí comenzaría a escribir.

El 14 de mayo de 1888 publicó por primera vez en El Atlántico de Santander unos versoss usando el anagrama «Ana Coe Snichp». En 1891 fallece su madre. 12 de enero de 1893 contrajo matrimonio en su localidad natal con Ramón de la Serna y Cueto, y se trasladaron a Valparaíso (Chile).

En 1894 nació su primer hijo, Ramón, y en 1896 quien sería el periodista VÍCTOR DE LA SERNA. En Chile comienza a colaborar con periódicos chilenos y argentinos. En 1898 regresaron a España y en 1900 nació su hijo José, fallecido siendo niño. En 1903 nace su única hija, Josefina (esposa del músico Regino Sainz de la Maza y madre de la actriz CARMEN DE LA MAZA) y en 1907, su último hijo, Luis. Su incipiente éxito como escritora incide en su matrimonio, debido a los celos profesionales de su marido.

En 1909, logró un puesto de trabajo para su marido en México, y ella se instala en Madrid con sus cuatro hijos, separándose así el matrimonio.​ Aunque escribió estudios, poesía y otros muchos géneros, es con su narrativa en cuentos y novelas con los que alcanzó la notoriedad y el reconocimiento.

Concha no sólo se quedó, en varias ocasiones, a las puertas del Nobel de Literatura, sino que tampoco accedería a la Real Academia de la Lengua (RAE), si bien esta le otorgó premios por La esfinge maragata, en la que narra la vida de una mujer que se casa en contra de su voluntad, y Tierras del Aquilón, en 1914 y en 1924, respectivamente.

Concha fue una autora popular —el tirón de su primera novela, La niña de Luzmela, (1909), donde trata de analizar la psicología femenina, hizo que el pueblo donde se inspiró adoptase este topónimo— y fue reconocida por las instituciones, también internacionales.

Fue vicepresidenta de la Hispanic Society (pese a ello ha estado ausente de la muestra del Museo del Prado) y miembro de honor de la Academia de las Letras y las Artes de Nueva York.

Autora prolífica, permanece ajena a las innovaciones estilísticas y las preocupaciones ideológicas de su tiempo. Muchas de sus novelas reflejan el mundo rural asturiano, pero sin cuestionarse los valores tradicionales. Su estilo pulcro, riguroso y pintoresco, con toques de lirismo, alcanza una admirable perfección expresiva.

Concha Espina también fue colaboradora de diversos periódicos como El Correo Español de Buenos Aires y en España con La Libertad, La Nación, ya desaparecidos, y El Diario Montañes de Cantabria.

En julio de 1934 finalmente se separa jurídicamente de su marido, quien fallecerá en 1937. La Guerra Civil Española la sorprendió en su casa de Mazcuerras, de donde no pudo salir hasta la ocupación de Santander por las tropas del bando sublevado, en 1937. A partir de entonces colabora habitualmente en el diario ABCC de Sevilla y escribe novelas testimoniales como Retaguardia, Diario de una prisionera o Luna roja.

En 1938 empezó a perder la vista y aunque fue operada, en 1940 quedó completamente ciega, aunque no dejó de escribir. Además, varias de sus obras son adaptadas al teatro y al cine.

La rosa de los vientos (1916), El metal de los muertos (1920), descripción realista de una huelga minera, El cáliz rojo (1923) y El más fuerte (1947) figuran también entre sus principales obras.

Murió a los ochenta y seis años de edad.

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